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El califa Abderramán vivió 70 años y reinó 50.
Fundó la ciudad palatina de Medina Azahara, cuya fastuosidad aún es proverbial, y condujo al emirato cordobés de su nadir al esplendor califal. De él dijo su cortesano Ibn Abd al-Rabbihi: "la unión del Estado rehízo, de él arranco los velos de tinieblas. El reino que destrozado estaba reparó, firmes y seguras quedaron sus bases (...) Con su luz amaneció el país. Corrupción y desorden acabaron tras un tiempo en que la hipocresía dominaba, tras imperar rebeldes y contumaces."
Bajo su mandato, Córdoba se convirtió en un verdadero faro de la civilización y la cultura, que la monja germana Hroswita llamó Ornamento del Mundo.
Derrotado en la Batalla de Simancas por Ramiro II de León, fue incapaz de reducir a los reinos cristianos del norte de España.